L’elisir d’amore se encuentra entre lo mejor que produjo la “ópera buffa” italiana en el siglo XIX. Con Adina, Nemorino, Dulcamara y Belcore, Donizetti creó nada menos que cuatro grandes personajes que se encuentran entre los papeles más solicitados de sus temas. La riqueza melódica de Donizetti es extraordinaria y el estreno triunfal se convirtió en uno de los momentos más felices de su carrera musical.
Pavarotti el insuperable Nemorino
En esta cavatina (un aria parecida a una canción) Donizetti dibuja a un hombre enamorado, sencillo y reflexivo. En un sencillo do mayor, Nemorino canta su anhelo por el amor de Adina. Sólo en “Essa legge, studia…” oímos una nebulosa en tono menor, que implica que la educación de Adina puede hacerla inalcanzable para Nemorino.
En esta grabación escuchamos a Luciano Pavarotti. El papel de Nemorino fue uno de sus papeles de desfile absoluto. En este papel celebró verdaderos triunfos en muchos teatros de ópera. El tema vocal requiere un tenor lírico y el papel un pícaro sencillo pero travieso, lo que era perfecto para Luciano Pavarotti.
Quanto es bella, cuanto es cara – Pavarotti
Nemorino bebe la poción de amor
Ahora Nemorino también posee un arma, se equipa con el vino y la disputa psicológica con Adina sigue su curso. Adina ha notado que algo ha cambiado en Nemorino. Animado por el vino, Nemorino se atreve con una melodía propia (“Esulti pur la barbara”), y esta vez es Adina quien la repite obedientemente. Incluso la desafía dos veces con la coloratura, a lo que ella responde resueltamente dos veces con notas altas claras. Ahora el dúo termina con un unísono de voces, señal de que el prestigio de Nemorino con Adina ha aumentado.
Véase este extracto en una grabación de 2005 con un Rolando Villazón deliciosamente cómico y Anna Netrebko.
Caro Elisir…Esulti pur la barbara – Villazón / Netrebko
La famosa aria de Donizetti “Una furtiva lagrima”
Introducida por un solo de fagot y arpa (¡una interesante combinación!), comienza esta famosa aria. Además de la belleza de sus motivos, cautiva la peculiaridad de que la primera parte de cada verso está en menor y la segunda en mayor. Esta transición del dolor a la esperanza está maravillosamente realzada por la expresiva instrumentación con fagot y clarinete.
En 1901, Enrico Caruso cantó esta aria por primera vez. Era su temporada de debut en la Scala y Toscanini la dirigía. Lo que siguió fue la mayor ovación que se ha escuchado en ese teatro. Se convirtió en una de las óperas más importantes de su carrera en el Met. “Una furtiva lagrima” fue una de las primeras arias que Caruso grabó y (junto con “Vesti la giubba”) se convirtió en su marca registrada. En esta grabación, respaldada por una orquesta moderna, se puede escuchar el rubato clásico. Escuche, por ejemplo, el segundo “Che più cercando io vo” que, combinado con un grandioso accelerando, es el doble de largo que el de Pavarotti 80 años después. Lo mismo puede decirse del (maravillosamente) largo ritardando en “Io la vedo”. En la segunda parte del aria, Nemorino imagina que tiene a Adina en sus brazos y siente los latidos de su corazón. Escucha a Enrico Caruso mientras canta con ternura este pasaje y luego exulta con un el “Cielo”. El crescendo final de “Si può morir” deleita con la plena hinchazón del sonido y las brillantes notas finales.
¿A qué se debe esta discrepancia entre las interpretaciones de Caruso y Pavarotti? En el siglo XX llegó la hora del tirano Toscanini, quien, bajo el título de fidelidad a la obra, expulsó el rubato de los cantantes y así llevó la interpretación hacia nuevos rumbos hasta hoy.
Una furtiva lagrima – Caruso
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