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Con “Aida”, Verdi creó uno de los hitos absolutos de la historia de la ópera y ofrece al melómano todo lo que la ópera puede hacer. La popularidad de la obra es ininterrumpida: Las escenas de masas como la Marcha Triunfal emocionan al público en general, las escenas íntimas como la despedida de Aida y Radamés conmueven al amante y al aficionado a la ópera.

 
 
 

 
 
 

Celeste Aida

Aida, la hija del rey etíope Amonasro es una esclava en la corte egipcia. Los guerreros etíopes atacan Egipto para liberar a Aida. Radamés sueña con volver con su amor secreto Aida envuelta en laurel desde la lucha contra los etíopes.
Verdi ofrece considerables dificultades al papel de Radamés. El papel es “lirico spinto”, es decir, un tenor heroico juvenil. Radamés debe ser capaz de cantar tanto las grandes arias heroicas como los pasajes líricos de piano. Justo al principio, el pobre Radamés debe cantar la gran aria “Celeste Aida”, sin calentamiento. Algunos tenores consideran que Celeste Aida es el aria de tenor más difícil de Verdi.
La voz del tenor debe ser capaz de soportar los agudos de las trompetas y seguir el ritmo de la calidez de las maderas. También debe tener confianza en las notas altas. El aria, otra dificultad, comienza sin el acompañamiento de la orquesta. El aria alterna varias veces entre los polos de la batalla (“un esercito di prodi, da me guidato”) y el amor (“Celeste Aida”). Los pasajes de amor deben cantarse con mucho legato y a veces en un hermoso pianissimo.
 
Escuchemos a Jussi Björling, un excelente intérprete de este papel. Escuchemos al sueco, calificado por muchos como el mejor tenor verdiano del siglo XX.
Se quel guerriero io fossi…Celeste Aida (1) – Björling

 
 
 
 
 

El aria de los grandes del Nilo de Aida


O Patria mia es un aria melancólica cantada en el ambiente de una noche de luna llena en el Nilo. El comienzo es en un estado de ánimo sombrío, ya que Aida teme no volver a ver a su patria. Poco a poco se va despertando de este estado de ánimo hasta “l’ultimo addio”. Una nostálgica cantilena de oboe introduce el tema de la patria. Se evocan imágenes de su patria. La desesperación se manifiesta en la repetición del “mai piu”. En “che un di promesso” la voz se vuelve más intensa y el siguiente “o patria” se acompaña de un intenso sonido de orquesta. Al final, “non ti vedro” retoma el ambiente del principio, esta vez con maravillosas notas altas y acompañado por el oboe. El aria termina con un bello do agudo en pianissimo.
Escuchemos a Leontyne Price. Fischer describe su voz de la siguiente manera: “Como actriz en el escenario, Leontyne Price se quedó en los gestos de los viejos tiempos de la ópera. Lo que se le daba muy bien era su fenomenal material vocal y su uso artístico. El sonido gutural, a menudo descrito, de las cantantes afroamericanas no se encontraba en su voz, sino que poseía lo que el idioma inglés llama “smoky”. Cantaba con dos colores de voz claramente separados: El rango medio, extraordinariamente exuberante, y el rango profundo, que recuerda al de una contralto, tenían ese carácter ahumado; el rango alto, fluido, sonaba brillante y claro, y permanecía sin tensión hasta las regiones más altas”. (Fischer, Grosse Stimmen).
O patria mia – Precio

 
 
 
 
 
 

O terra Addio – El gran final de Aida

Radamés se ha encerrado entre los muros de la pirámide. Oye un suspiro y se fija en Aida, que se había colado en la bóveda. Aida y Ramades viven juntos su despedida del mundo.
Verdi era muy consciente de la importancia de esta escena, que por un lado constituye la conclusión lírica tras la expresiva escena anterior, pero que también podría haber sido el canto del cisne artístico de Verdi, si los dramas shakespearianos Otelo y Falstaff no se hubieran cruzado en su camino involuntariamente 20 años después de forma milagrosa. Para esta grandiosa escena utiliza principalmente cuerdas y arpas apagadas, que acompañan con ternura la exquisita melodía de las voces cantantes. El final del dúo se ve atravesado por las voces del coro de sacerdotes y termina.
El dúo Björling/Milanov ofrece un final emocionante.
O terra addio (1) – Milanov/Björling

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